El Alentejo es una región curiosa. Situada al sur de Lisboa, entre el centro de Portugal y la zona costera del Algarve. Su interior tiene un marcado carácter rural: viñas y campos de encinas, con pueblos pequeños muy tradicionales y un clima extremo, especialmente con el calor del verano. Por su parte, la costa del Alentejo está repleta de fantásticas playas.
Eso sí, se puede decir que el Alentejo es una de las zonas del país que más ha mantenido su esencia y su carácter tradicional, con pueblos pequeños y tranquilos en el interior y una fantástica costa, aún no especialmente frecuentada por el turismo de masas.
Las dos grandes capitales de la región del Alentejo son Évora y Beja y, al mismo tiempo, son dos de sus mayores atractivos turísticos. Especialmente Évora, que tiene carácter de Patrimonio de la Humanidad. Desde Lisboa, además, ninguna de las dos está demasiado lejos y se pueden visitar cómodamente en un día.
Évora
Évora es una ciudad llena de conventos, con restos de un pasado romano y llena de casas de color blanco y amarillo que le dan un carácter especial los días que hay sol. Entre las cosas que no se pueden dejar de ver están la Capilla de los Huesos –que recibe ese nombre porque tiene la pared completamente forrada de huesos- y las escasas ruinas romanas que aún conserva la ciudad.
Pero lo mejor de todo, sin duda, es aparcar el coche fuera del recinto amurallado y darse una vuelta por las calles blancas de la ciudad para descubir la enorme cantidad de iglesias y conventos o, simplemente, para relajarse y disfrutar de una ciudad con ambiente de pueblo.
Évora, además, está situada muy cerca de la autopista que conecta Lisboa y Badajoz, así que si alguien está haciendo el recorrido entre estas dos ciudades y tiene tiempo y ganas de hacer turismo, puede hacer una parada en la ciudad. No se tarda mucho en recorrerla.
Desde Lisboa tampoco se tarda mucho. Algo menos de hora y media en coche y un poco más si se va en autobús o en tren (aunque éste último tiene pocas frecuencias).
Beja
De Évora a Beja hay poco más de otra hora de viaje en coche atravesando las dehesas y los campos de alcornoques del Alentejo. La capital del Bajo Alentejo no es quizá tan atractiva como Évora, pero también merece una visita. Tiene como símbolo de la ciudad la torre del homenaje de un castillo del que quedan pocos restos y que llama mucho la atención. No obstante, lo que a mí más me gustó de Beja fue que parecía que el tiempo se había parado y lo tranquila y tradicional que era la ciudad. Pasear por sus calles supone, además de contemplar un bonito paisaje, un remedio muy eficaz contra el estrés.
Para quien visite las dos ciudades y tenga ganas de probar algún plato típico del Alentejo -región con riquísima gastronomía y fantásticos vinos-, en los restaurantes de las dos ciudades puede pedir la carne de porco à alentejana o las migas.
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